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Carolina Vega, rectora del Instituto Nacional: “A veces percibo una crítica intencionada”

Junto con analizar las dificultades en los últimos años, llama a revisar los resultados de la PAES con otros parámetros. “El colegio número uno tiene 28 estudiantes y pondera 876, si yo solo tomara a mis 28 mejores estudiantes, ponderamos 922″, dijo.

Aunque muchos hablan del “deterioro de los colegios emblemáticos y de la educación pública” tras los resultados de la última PAES, Carolina Vega, rectora del Instituto Nacional , llama a hacer un análisis más riguroso de la situación actual. Estando en el cargo desde mayo del año pasado, reconoce la caída del “primer foco de luz de la Nación” en las métricas, pero insiste en que la calidad en general se mantiene entre los estándares más altos del país.

Las largas y sostenidas tomas, el Estallido Social, el fin de la selección, la pandemia, la violencia en los colegios, la transformación en colegio mixto, el avance de las nuevas tecnologías. Todas son causas que detectó Vega en conversación con Radio y Diario Universidad de Chile.

Desde su escritorio en la rectoría del Instituto Nacional, analiza los recientes resultados de la PAES. El emblemático colegio logró 15 puntajes nacionales y 90 estudiantes superaron los 900 puntos. Pese a esto, en el ranking de establecimientos descendió al lugar 267. En los últimos 18 años, ha pasado del Top-10 del país, a quedar fuera de los 250 primeros. No obstante, Vega matiza esta estadística. “El colegio número uno tiene 28 estudiantes y pondera 876, si yo solo tomara a mis 28 mejores estudiantes, ponderamos 922. Esas comparaciones no las hace nadie, son desagradables, pero es lo real”, asegura. 

¿Qué conclusión saca de este ranking de resultados de la PAES?

Me asusta esta liviandad con que se toman los resultados y se publican en rankings que a veces rayan en lo injusto. Un porcentaje de Chile espera que el Instituto Nacional esté entre los 100 mejores. Pero olvidan una característica que es muy sustancial, que el Instituto presenta 645 estudiantes. Estar entre los 100 mejores no es tener 28 buenos, no es tener 10. Es tener 300-400 buenos. La comuna de Santiago es la que más puntajes nacionales tiene en el país, con 18, y 15 son del Instituto Nacional. Queremos tener 50 como antaño, sí, pero ya no somos los mismos. Con Estallido Social, pandemia, violencia post pandemia, capuchas, profesores y estudiantes con problemas de salud mental y todavía somos la comuna que más tiene. A veces percibo una crítica intencionada contra el Instituto.

Entonces, ¿Qué ha pasado en el Instituto Nacional para tener los números actuales?

Donde están concentrados nuestros alumnos es entre los 700 y mil puntos, que no es menor. Yo creo que en el Instituto Nacional, y lo acepto, sí hemos caído en las medias, pero se les olvidan los contextos. Hoy día los centros de estudiantes tienen representatividad, hacen movilizaciones, ya no tenemos pruebas de selección. Ya no somos perfectos. Claro que hemos caído, pero también porque el estudiante cambió. También la tecnología influye. Además, el Instituto no baja su número de cursos. Tenemos 98 cursos. Entonces cuando alguien me dice “es que los 28 mejores”, súper, si quieres compararnos con nuestros 28 mejores, hagámoslo. Pero comparemos con 640, a ver quién se pone en la fila.

La exministra de Educación, Adriana Delpiano, aseguró que se están “viendo los resultados de largas tomas”, ¿Concuerda o no con esta afirmación?

No puedo decir son las tomas, pero tampoco puedo decirte que no son las tomas. Las movilizaciones son un factor que incide en los resultados, porque pierdes sistematicidad de trabajo cuando interrumpes el proceso educativo. ¿La toma interviene en los resultados? Sí, porque los procesos son difíciles de ser retomados. El Instituto ha perdido la paz. La perdió por muchos años. Por las tomas, por el Estallido Social, por los paros de profesores, por la pandemia, hoy día por los capuchas.

Se ha vuelto frecuente hablar de encapuchados y de anarquismo en el Instituto Nacional, ¿Cómo afecta esta violencia a los estudiantes?

El fenómeno de la violencia de los encapuchados es grave ya. Pero es un fenómeno social que responde a cuestiones estructurales. No solo responde a las maneras de hacer las cosas del Instituto. Ha tenido unas consecuencias enormes. La cantidad de licencias médicas de asistentes o profesores, por ejemplo. Los tejidos sociales se empiezan a romper. Cuando un grupo de 20 estudiantes sale a la calle e interfiere en el proceso educativo de otros 3.500, y te ves obligado a despachar a esos estudiantes por lo que esta pasando por unos pocos, se genera una sensación de impotencia. Se van dividiendo las personas. Se polariza el colegio, así lo encontré en mayo del año pasado cuando llegué.

¿Qué se ha hecho para bajar los niveles de violencia en el colegio?

Bregar por la unidad. Por entender que el derecho a la educación es de todos. Por otra parte hacer un trabajo formativo de vincularse con los jóvenes para saber cuáles son las razones por las que están generando esta violencia. Si me preguntas por el anarquismo, te diré que no he tenido ningún anarquista discutiendo conmigo desde la perspectiva ideológica-política. Lo que yo he visto son chiquillos que salen a la calle a tirar bombas molotov y sin ningún petitorio. Entiendo que lo que se hace es mostrar desagrado con el país, no necesariamente con el Instituto.

¿Sigue habiendo interés por estudiar en el Instituto Nacional o la negativa opinión pública que se difunfe de él en el último tiempo ha mermado las ganas de ingresar a él?

Sigue habiendo interés, si no no tendríamos todavía la cantidad de estudiantes que tenemos. Sin embargo, el interés de los padres en traer a sus hijos a séptimo básico ha mermado. Por la violencia, porque hay un problema de seguridad. No por la calidad de la educación, sino porque hay un ingrediente asociado a la violencia. 

¿Qué puede decir del efecto del fin a la selección?

No me gusta la selección. Creo en una educación pública de calidad para todos y todas. Pero hay cosas que analizar. La selección asegura que ese grupo, cuando salga de cuarto medio, tendrá puntajes para entrar a las mejores universidades. Y esos profesionales tan mejores, van a permear a la élite que dirige. No deja de ser interesante, porque es importante que la élite esté permeada por personas que no nacieron en Vitacura o La Dehesa. Hay un valor ahí, porque gente de clase media a través de la meritocracia llega a puestos de liderazgo importantes. Cuando uno no tiene la selección, tú puedes apuntar a que la misma masa llegue a esos niveles. ¿Es más difícil? Claro que lo es. Ojalá llevar a esta gran mayoría de estudiantes de forma inclusiva a estándares tan altos, pero el proceso es más lento de lo que creemos.

Otros factores a tener en consideración son el período en pandemia, las clases virtuales y luego el regreso a la presencialidad, ¿Cómo afecta esto al rendimiento de los estudiantes? 

Lo híbrido evidenció que a lo mejor todos podemos estudiar carreras universitarias virtualmente, pero en el colegio no. Acá tú vienes a aprender a hacer cosas, a ser persona, no solo a aprender contenidos. Es una integralidad que cuando no está, afecta en los resultados. Tengo alumnos que me dicen “pude haber tenido mejor puntaje, pero estaba desmotivado con la enseñanza virtual”. El tema de salud mental, que se origina con la pandemia, afectó mucho.

¿Qué tanto influye en el rendimiento el paso desde hace unos años a ser un colegio mixto?

Nos habíamos acostumbrado a esto de solo mujeres, solo hombres. Los profesores de mujeres están acostumbrados a un tipo de reacción y los profesores de hombres a otro. Pero si no te prepara la escuela para poder relacionarte con hombres y mujeres, me parece una debilidad muy grande. Y hoy en día en el mundo eso es más difícil, porque la virtualidad hace que ni siquiera estés ahí con la persona. La escuela mixta es un espacio donde te puedes desarrollar de manera humana. ¿Influye en el foco? Claro que distrae. Ha sido un proceso duro para el Instituto, porque venimos de una cultura machista.

“Educación Integral”

¿Cuáles son los desafíos de la educación pública en general considerando todo el contexto de los últimos años, entre pandemia, tomas, paros de profesores, violencia en los colegios, etc?

Diría que una de las cosas más importantes que tenemos que hacer es generar más capital cultural para nuestros estudiantes. A veces creemos que nivelar la cancha significa solo infraestructura, solo implementación. ¿Es suficiente para que la educación pública cumpla con su rol de formar ciudadanos para la República? No basta. La experiencia pedagógica debe mejorar. Eso implica vivencias que van a hacer que tu capital humano esté en orden de lo que vive otro sector de la población que tiene educación privada. Nosotros tenemos 52 academias, ésa es educación integral.

Aún cuándo existen más maneras de ingresar a la educación superior, ¿Hay una desmotivación? ¿Hay un mayor desinterés? ¿Ha cambiado la visión de los jóvenes y esto podría estar afectando al desempeño en pruebas como la PAES?

Hay que hacer una distinción entre el Instituto y los demás. En el Instituto Nacional se nota poco todavía. La mayoría de los chicos quieren ir a la universidad. Sin embargo, a nivel nacional es distinto. Creo que la universidad va ir perdiendo relevancia, porque efectivamente van apareciendo otras oportunidades. Y hay algo que los jóvenes van entendiendo y que nosotros no: esto de trabajo-vida-costo. Hoy quieren viajar, hacer deporte, tener vida. Entonces, ¿Es necesario que estudies una carrera universitaria que te va a consumir tanto tiempo? A lo mejor no y también es legítimo.

Hoy existen nuevas herramientas para estudiar pero que a la vez pueden ser los mayores distractores, como Tiktok, ¿Qué opina del avance de la tecnología y su efecto en los jóvenes? ¿Debe adecuarse la educación actual a estas nuevas tecnologías?

La tecnología en general ayuda. Tenemos que avanzar en cómo se usan. La tecnología llega a gatillar revoluciones o procesos para que hagamos un cambio más rápido. No me desagrada que en el futuro una escuela sea mixta, donde puedas tomar ramos virtuales pero también hacer presencialidad. La mixtura, la flexibilidad, tiene que ser una forma de mirar la educación del futuro. Hay en la tecnología y la virtualidad cosas muy buenas, uno no las puede demonizar. Ahora, que están mal ocupadas, muy probablemente.

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